Un virus evoluciona matando a todos los miembros del sexo masculino. Las mujeres quedan solas. Manuela, incapaz de enfrentar la nueva normalidad, se refugia en la casa, ahora, materna. También lo hace su hermana Rita. Entre las tareas del hogar, los mandados y el cuidado de su madre con Alzheimer, encuentra momen- tos para escribirle al hombre que perdió: Un cretino que nunca la amó como ella hubiese querido ser amada. Cuando un accidente de su madre la provoca despertar, y le da las fuerzas suficientes para salir al mundo, comienza a trabajar en la recolección de los bienes de los adultos y jóvenes desaparecidos. En una de las casas visitadas se topa con una pista sobre una isla donde podrían vivir los últimos varones. Junto a un grupo que logra reunir, planifican el viaje.