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Soy olvido.

Somos olvido.

Pero también soy recuerdo.

Somos recuerdos.

Olvido: acción involuntaria que actúa inexplicablemente para que la memoria, tramposa y sin aviso alguno, interfiere y nos provoque un caos.

Queremos olvidar lo triste, lo doloroso, lo que nos mata por dentro y por fuera. Queremos olvidar momentos, lugares, fechas… pero nos engañamos a nosotros mismos. La memoria pone a dormir los recuerdos por un tiempo o para siempre.

Y entonces, cuando pensamos que hemos olvidado, una mirada, un gesto, una canción, un lugar, una fotografía, despierta el recuerdo y ahí estamos, otra vez, pidiéndole al olvido que sea olvido, llega un día y ya no sufres, porque ya no recuerdas.

El olvido, aliado de la muerte, vive con nosotros cada día y nos perturba, porque sabe que, tarde o temprano, seremos el olvido de alguien…

La pérdida, el abandono, el dolor, la angustia, el sufrimiento, la pena, la tristeza, recorren los versos de los poemas de este poemario, porque todos estamos hechos de penas, de recuerdos y de olvidos.

Nadie olvida completamente lo que no desea olvidar.

Nadie olvida, ni por un segundo, lo que no puede olvidar.

Nadie es olvido para aquel que siempre lo recordará…

“En la otra orilla de la noche

El amor es imposible

-llévame-

Llévame entre dulces sustancias

Que mueren cada día en tu memoria”

(Del poema “El olvido”, de Alejandra Pizarnik)

Daniela Fernanda Cáceres, es maestra en Educación Primaria, profesión que ha ejercido durante 33 años, de los cuales 20 fueron como maestra rural en la pequeña localidad de Santamarina, a 120 km de la cuidad de Necochea. También es profesora de Lengua y Literatura.

Sus primeros cuentos fueron publicados en la Antología “Un recuerdo para el corazón” Obras y maestras. 2007, de la Revista Ediba- Maestra de 1° ciclo y Maestra Jardinera.